Hace seis meses tuvimos un eclipse total solar en Aries conjunto a Quirón, el sanador herido. Fue una luna nueva, un inicio invisible.
Revisaba mis notas de entonces y escribí: nacimos para nacer ahora.
Esta semana se llena la Luna que cosecha aquel momento de abril, y que también ilumina lo que el pasado eclipse en Libra de hace un par de semanas comenzó. Tan solo saber que este momento de la espiral exalta esos dos acontecimientos celestes nos cuenta de la fuerza de esta superluna, la más grande y brillante de todo el año. El momento del ciclo anual en que la abuela se acerca más a su hija, la Tierra y a nosotros sus hijos. Es un beso de fuego, un abrazo de purificación en el calor, un Temazcal.
La luna del Atlachinolli.
Me surge traer este concepto porque la intensidad del fuego con una luna que rige nuestras aguas me trae a la memoria el poder de este hermoso concepto ancestral.
Atlachinolli es una palabra de origen náhuatl que encierra uno de los conceptos más profundos y filosóficos de la Toltequidad. En sentido literal significa “agua quemada” o “agua que arde” y por eso, dentro del Temazcal se le representa a través del encuentro entre el Fuego y el Agua.
El concepto de “agua quemada” implica la lucha de contrarios, fuego y agua, que trasciende en un tercero, diferente a los dos que le crearon. De esta manera el encuentro en equilibrio del agua y el fuego, produce el vapor, que se eleva y se desprende simbólicamente de esta realidad material.
El Atlachinolli simboliza la conjunción de los opuestos; la alquimia, creación, transformación, nacimiento, re-nacimiento y vida que surgen como resultado del encuentro entre dos fuerzas que, a pesar de ser opuestas, son interdependientes y complementarias. Representa la consciencia unificada.
El Atlachinolli era el emblema del trabajo interno, es decir, de las prácticas chamánicas que conducen al manejo de las polaridades.
El agua es el símbolo de la energía luminosa.
Todo cuanto nos rodea está constituido de la energía luminosa.
Gracias al agua y la luz, el mundo se reproduce y llena de vida.
El fuego es la representación divina de la liberación del Espíritu de la materia. Con el fuego se purifica la materia y trasciende.
El fuego también es el símbolo del sacrificio espiritual. De esta manera –Agua Quemada- representa filosóficamente la vida espiritual.
Quien ponga atención al trabajo con estos elementos reconocerá prácticas en todas las culturas originarias que hablan de este trabajo de alquimia interna.
Pues es la labor de esta Luna llena, y es labor porque la configuración es todo menos sencilla. Los personajes implicados son reactivos, contundentes y poderosos.
Retomando la apertura del texto, aquel eclipse se dió en unión a Quirón.
Esta luna se da también conjunta a Quirón, es una luna que arde en la herida de la cual mana la medicina de la liberación.
Sin querer hacer una evocación cristiana encuentro en la historia de esta Luna una purificación a través del dolor. Porque en Quirón somos vulnerables, nos duele lo que nos duele y estando en Aries nos duele ser quienes somos porque nos abre las heridas de rechazo y de abandono. Es un Quirón que trae un dolor existencial que al redimirse ante la mirada compasiva encuentra que ha sido liberado de todo lo que no era y qué hay paz simplemente en Ser. Llegar a esta realización implica alzar la cruz cósmica que se dibuja en el cielo y hacerla girar hacia un nuevo destino.
Es una gran cruz cardinal. Cada uno de los signos implicados abre una estación en la rueda del año, por lo tanto, este momento es una culminación llena de impulso. La rueda medicina gira en cada una de las inflexiones de Aries, Libra, Cáncer y Capricornio. Todos estos espacios en el cielo crean una tensión que hace que la espiral se eleve, que el fuego y el agua produzcan el Atlachinolli y recordemos la unidad a través de humildemente rendir las batallas del ego y alzarnos a la dimensión del espíritu para navegar con sabiduría un momento de altísimo potencial violento de no ser gestionado con consciencia plena.
Me da la sensación de estar acercándome a un volcán, reverencia, respeto, cautela, excitación.
No sé a ustedes, a mi este año me ha doblado las rodillas en experiencias de profundo dolor y del otro lado he encontrado la belleza de la autenticidad porque pasar por ese fuego limpia de pretensiones, de fantasías, de máscaras y entrega la verdad.
En la verdad no hay nada más que proteger porque todo está expuesto, en la verdad no hay ni siquiera que defender la verdad porque en sí misma se dignifica y no tiene nada que probar. Se nos cuenta que Aries es la guerra y que es la batalla y la protección y la defensa pero ha sido un año con activaciones constantes a Quirón, mostrando la herida de la guerra en el mundo interno y externo. La herida de una energía masculina predispuesta a luchar, competir y conquistar. Y estamos agotados de vivirnos desde ese paradigma, la tierra no puede sostenernos más desde ahí.
Ya es el tiempo de florecer a la medicina de Quirón y eso implica sentir el dolor para conectar con el espíritu sabio y maestro del abuelo fuego, transmutar y permitir que el elixir, el bálsamo mane del dolor mismo.
Resignificar el dolor y expiar las heridas de la guerra soltando las armas y despertando a la verdadera batalla interior por la unificación y alquimia de nuestra propia polaridad hacia el campo de creación, encuentro ese llamado.
Porque muchos estamos cansados ya de ser “los mejores guerreros” creyendo que hace falta probar algo más, más resistencia, fuerza, poder, autoridad… a qué o quién?
Quizá es porque como compartí en mi última entrega estoy sintiendo el peso de mis batallas y ando cansada. Siento que la rabia que despierta este cielo es por haber tardado tanto en dejar de luchar, de huir o en poner el límite o en por fin honrar tu verdad, sea lo que sea este cielo nos habla desde el enojo como mensajero y trae un audible basta ya.
Dentro de la rabia y del enojo siempre lo que hay es quirón, es dolor.
Este cielo que arde, enciende el enojo sagrado.
Marte está en Cáncer en cuadratura con las luminarias y comenzando su danza de oposición a Plutón.
Plutón al final de Capricornio, ya directo, dispensando la última muerte:
la muerte de la guerra.
¡Está frente a Marte, dios de la guerra!
No caigamos en la trampa de un cielo que nos gatilla a reaccionar desde el camino conocido, el patrón familiar, la sobrevivencia.
Sabemos sobrevivir, ese patrón está improntando en nuestros sistemas nerviosos desde generaciones atrás, somos maestros de la desregulación porque el mundo en que vivimos y que hemos co-creado propicia un estado perpetuo de activación. Si estamos activados, si estamos sobreviviendo no podemos crear, al menos no en el potencial total.
Que tal que vemos este fuego y este enojo como el llamado a dar un nuevo sentido y propósito al impulso y damos muerte a la guerra, dejamos de sobrevivir y andamos el camino suave y gentil de aprender a vivir.
Todo lo que emerge a superficie con este plenilunio puede ser sanado, integrado para siempre porque Plutón no vuelve acá y esa estructura puede ser ofrendada a las piras para renacer al compromiso que implora un Sol en Libra conjunto a Juno, armonía, equidad, justicia, belleza.
Las tensiones son el impulso para elegir sanar, elegir la paz, elegir ofrendarnos un destino nuevo como reverencia a todos y todas quienes no tuvieron (y no tienen) otra opción más que sobrevivir.
Hay una ruta trazada en el agua si miramos en el mapa de este cielo. Son muy llamativas las líneas rojas de las cuadraturas y oposiciones pero las líneas azules fluyen, son ríos de cauce libre y son desde Venus y Marte, los amantes cósmicos que nunca estuvieron en guerra porque no hay vida sin su amor hacia Neptuno, que está llamando al nuevo sueño que hemos de hacer vida.
La bendición de Júpiter retrógrado trae la posibilidad de cambiar la historia, está en Géminis y sostiene la tensión con la ligereza del aire acariciando a la Luna y al Sol que se miran como cada mes de frente a sabiendas de que esto también pasará y volverán a abrazarse.
Elevate por encima de la historia y cambia la narrativa, cambia la perspectiva y encuentra la bendición en llegar a la gota que colma el vaso.
Lo que sigue es el nuevo capítulo de tu vida porque insisto:
naciste para nacer ahora.
Ardiente y apasionada Luna,
que despierte la fuerza del amor,
la ferocidad de la vida que sostiene a la vida,
y que caliente tu corazón
que desarme tus barreras
y te entregue paz.
en amor
Paloma
Que bonito!
Qué mensaje tan lleno de sentimiento, de paz, de sabiduría... Gracias 🙌🏼💫💗